EL
RITMO. ORGANIZACIÓN TEMPORAL DE LA SECUENCIA ÓPTICA.
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Organizar visualmente un espacio significa medir y relacionar los aspectos
observables de las superficies y de los objetos que lo configuran: posición,
forma, dirección, intervalo, tamaño, tono y saturación del color, materialidad,
textura, etc., mediante la acción neuromuscular del ojo.
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Cuando el ojo trabaja, necesita tanto la acción como el reposo. El equilibrio
de los componentes complementarios debe ser contemplado y reconocido.
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La proporción de acción y reposo –es decir, el ritmo- depende de la naturaleza
de la actividad, del uso que se lleva a cabo en un espacio.
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La repetición ordenada o la sucesión regular de semejanzas o igualdades ópticas
determinan el ritmo de la organización espacial y plástica.
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En consecuencia, para mantener la atención de la visión en un espacio (y por lo
tanto en las superficies que lo definen), éste debe tener una estructura
temporal de organización: un ritmo.
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El ritmo no puede ser percibido y experimentado, simplemente, como una
sensación visual aislada, se configura mediante una sucesión ordenada que se
desarrolla en el tiempo. Su significado y su importancia residen, precisamente,
en ese hecho.
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Cuando se determina un patrón de medida que permite acentuaciones y pausas, se
define una unidad dinámica, un orden que se vincula con el tiempo. Se crea, de
este modo, un ritmo de las fuerzas plásticas; se siente una variación regular
de los movimientos espaciales: dilatación, contracción, hacia arriba, hacia
abajo, a la izquierda, a la derecha, adelante y atrás.
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El ritmo puede ser simple, pero también puede ser complejo, formado por dos o
más patrones de medida que varíen correlativamente y existan simultáneamente.
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Los ritmos pueden corresponderse entre sí y amplificar su efecto o bien pueden
oponerse entre sí, dando lugar a un nivel más complejo de configuración
rítmica.
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La sincronización de la estructura temporal y espacial de la visión permite
captar y modelar el espacio, así como la percepción dinámica de los objetos en
el discurrir de los itinerarios.
Gyorgy Kepes: “El lenguaje de la visión” (1969, or. 1944)