MOVIMIENTO Y CONTROL DE EXPECTATIVAS VISUALES
El movimiento puede ser un importante elemento generador del diseño de la
arquitectura. Los elementos que lo propician, corredores, escaleras, rampas y
ascensores, suponen fuerzas con diferente intensidad.
La movilidad determina itinerarios que poseen una determinada energía. Estos
itinerarios pueden considerarse como fuerzas que actúan y caracterizan los
espacios.
La visión es el principal instrumento que gobierna el comportamiento motriz. Pero
el visitante, al recorrer un espacio, no sólo experimenta una secuencia de
vistas, sino la transformación gradual proporcionada por las distintas
perspectivas y la iluminación de cada paramento o de los elementos insertos en
esos espacios.
Los edificios deben combinar conductos y lugares de estancia, generándose una
tensión que combina contracción y expansión, lo que produce un efecto
estimulante de espacios imprevistos y súbitas sorpresas, en suma, una sucesión
de pequeños choques visuales.
El retraso temporal, la superación de un obstáculo, supone un fuerte incentivo
en pos del movimiento hacia delante. Intensifica el esfuerzo del visitante para
alcanzar su objetivo.
Las formas arquitectónicas no están diseñadas tan sólo como definiciones características
de los espacios en reposo estático, sino como suma de ámbitos que acogen al
visitante en su discurrir por el edificio. Por eso, el facilitar el paso u
obstaculizarlo hasta un cierto punto, aparece como la utilización de
estrategias que permiten controlar el movimiento y la producción de
expectativas.
Rudolf Arnheim, “La forma visual de la
arquitectura” (1977)